Entrevista a Borja Recuenco Cayuela
Borja Recuenco Cayuela es Graduado en Fisioterapia y Máster en Fisioterapia Oncológica. Ejerce como fisioterapeuta oncológico pediátrico en la Asociación Infantil Oncológica ASION, en Madrid. El pasado 22 de septiembre, Borja Recuenco Cayuela participó en la jornada organizada por COFICAM con motivo del Día Mundial de la Fisioterapia con la ponencia: "Abordaje Fisioterapéutico en Cáncer: Comparación y Conexiones entre Pacientes Pediátricos y Adultos".

16-10-2023
Colegio Profesional de Fisioterapeutas de Castilla-La Mancha
P.- ¿Cómo se podría definir la Fisioterapia Oncológica?
 
R.- La Fisioterapia Oncológica es una rama especializada dentro de la fisioterapia que aborda de manera integral las necesidades de aquellos pacientes que están atravesando un proceso oncológico o que ya lo han superado. En esencia, se trata de un campo que combina la ciencia de la rehabilitación con el conocimiento profundo de las patologías oncológicas y sus tratamientos.
 
Si tuviéramos que definirlo de una manera concisa, podríamos decir que la Fisioterapia Oncológica busca mejorar y mantener la calidad de vida de los pacientes oncológicos, trabajando en la prevención, tratamiento y rehabilitación de las secuelas y alteraciones que el cáncer y sus tratamientos asociados puedan causar. Estas alteraciones pueden ser de diversa índole, abarcando desde limitaciones en la movilidad y función muscular, hasta complicaciones respiratorias o cardíacas.
 
Es fundamental entender que cada paciente es único, y por lo tanto, su abordaje debe ser personalizado. La Fisioterapia Oncológica considera no solo el aspecto físico, sino también el emocional, psicológico y social, ofreciendo un apoyo multidimensional a estos pacientes en un momento tan delicado de sus vidas.
 
Otro aspecto esencial de esta especialidad es la prevención. A través de intervenciones tempranas, es posible reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo, optimizando así el proceso de recuperación y reintegrando al paciente en su vida cotidiana de una forma más ágil y saludable.
 
Finalmente, vale la pena resaltar que la Fisioterapia Oncológica no actúa de forma aislada. Se integra y colabora estrechamente con otros profesionales del ámbito sanitario, como oncólogos, enfermeros, psicólogos y nutricionistas, entre otros, formando un equipo multidisciplinar que rodea y apoya al paciente en todas las fases de su enfermedad.
 
P.- ¿Qué fue lo que le hizo decantarse por esta especialidad?
 
R.- Tras finalizar mi carrera en fisioterapia, entré a formar parte de la Asociación Infantil Oncológica de Madrid, un paso que no solo definiría mi carrera profesional sino también mi perspectiva humana y clínica. Aunque contaba con una sólida base de técnicas y conocimientos aplicables a la población pediátrica y estaba preparado para abordar disfunciones como el dolor, el desacondicionamiento físico o las secuelas post-quirúrgicas, me enfrenté a un panorama desconcertante: la evidencia sobre la efectividad y la seguridad de las intervenciones de fisioterapia en cáncer pediátrico era escasa y fragmentada en ese momento, y no existían protocolos contrastados específicos para este tipo de pacientes.
 
Esta brecha en el campo no fue un desaliento, sino más bien un catalizador que impulsó mi compromiso con la fisioterapia oncológica. Vi la necesidad urgente de avanzar en la investigación y en la estandarización de los cuidados para estos niños. En lugar de desviar mi camino profesional hacia áreas con trayectorias más establecidas, decidí sumergirme en el desafío que representaba este terreno en gran parte inexplorado.
 
Me motivó la idea de contribuir al desarrollo de una rama de la fisioterapia que aún tenía mucho por definir. Empecé a colaborar estrechamente con otros profesionales de la salud, participé en formaciones y asistí a congresos, siempre con el objetivo de reunir, contrastar y difundir cualquier hallazgo que pudiera construir un conocimiento más seguro y eficaz en la fisioterapia oncológica pediátrica.
 
Lo que realmente cimentó mi decisión fue la interacción diaria con los niños y sus familias. Ver su valentía, su lucha, las pequeñas victorias y los momentos difíciles, me hizo entender que este no era solo un trabajo, sino una vocación. Aunque la ruta hacia la especialización en este campo fue compleja y exigente, sabía que cada paso que daba contribuía a mejorar la atención y el bienestar de estos jóvenes pacientes, y eso ha sido la mayor recompensa y motivación en mi carrera.
 
P.- Usted ejerce como fisioterapeuta oncológico pediátrico, ¿Qué diferencias existen entre la aplicación de la Fisioterapia en niños y en adultos?
 
R.- Esta es una parte que me parece fascinante de mi trabajo. Trabajar con niños y adolescentes es un mundo completamente diferente. No es solo ajustar las herramientas o acortar el tiempo de las sesiones; es como entrar en otro universo donde tienes que volver a aprender todo lo que pensabas que sabías sobre fisioterapia.
 
Para empezar, los niños están creciendo constantemente. Cada día, están aprendiendo a moverse y a entender su entorno de nuevas maneras. Esto significa que el trabajo del fisioterapeuta debe ser flexible, adaptando las terapias para mantenerme al día con su propio desarrollo. Es un proceso delicado, porque estás equilibrando su rehabilitación y condición de salud con el hecho de que están, bueno, todavía siendo niños.
 
Y no hablemos solo de lo físico. Emocionalmente, es otro mundo. Los niños no siempre pueden expresar lo que sienten como lo haría un adulto. Puede que no entiendan por qué están en terapia, lo que les duele o por qué se sienten tristes o asustados. Así que, parte de mi trabajo es convertirme en una especie de detective, buscando pistas y entendiendo sus señales no verbales. Y por supuesto, hacer la terapia divertida. Si puedo hacerlos reír o perderse en un juego, los ejercicios y las recuperaciones se sienten menos como trabajo y más como juego. Es increíble lo que un poco de diversión puede hacer por su recuperación y su ánimo.
 
Pero aquí está la verdadera magia: las familias. El cáncer no es algo que solo le sucede al niño; le sucede a toda la familia. Trabajo con padres, hermanos, incluso a veces con abuelos, todos ellos formando parte del equipo de apoyo del niño. Les enseño ejercicios que pueden hacer en casa, les doy consejos sobre cómo manejar ciertos síntomas y, lo más importante, les ofrezco una base sobre la que apoyarse. Ver a toda la familia unirse y ser parte del viaje hacia la recuperación es algo que no solo beneficia al niño, sino que empodera a toda la familia.
 
P.- ¿Qué beneficios aporta la Fisioterapia en los casos de cáncer infantil?
 
R.- La fisioterapia en el contexto del cáncer infantil es un recurso imprescindible que aborda una gama amplia de deficiencias y desafíos que estos jóvenes pacientes enfrentan, impactando directamente su bienestar y calidad de vida.
 
Nos enfocamos en tratar dificultades específicas como la ataxia y la hemiparesia, que afectan significativamente la coordinación y el movimiento. Enfrentamos alteraciones de intestino y vejiga y debilidad muscular periférica, que pueden repercutir enormemente en la autonomía del niño. Trabajamos sobre las alteraciones de la sensibilidad y el equilibrio, que son fundamentales para prevenir caídas y promover una participación segura en diversas actividades.
 
En cuanto a las dificultades de movimiento, estas a menudo están relacionadas con la flexibilidad de la piel, las cicatrices y el tejido musculoesquelético afectado por el tratamiento oncológico. Aquí, la fisioterapia ayuda a mejorar el control postural y la marcha, alivia el dolor y la fatiga asociada al cáncer y aumenta la fuerza y la resistencia general.
 
Además, nos centramos en las limitaciones funcionales, trabajando para mejorar las habilidades motoras gruesas y, crucialmente, luchando contra las restricciones en la participación en actividades físicas y roles de vida que los niños eligen y disfrutan. Esto incluye su reintegración en el entorno educativo, actividades recreativas, y eventual preparación para el empleo en su futuro.
 
El tratamiento de fisioterapia va más allá de la recuperación física; también busca empoderar a estos niños en sus entornos sociales y educativos, fomentando una participación activa y satisfactoria en sus actividades diarias. Se trata de reinstaurar, en la medida de lo posible, la normalidad en sus vidas, permitiéndoles no solo sobrevivir sino prosperar y participar plenamente en su infancia y adolescencia.
 
 
P.- ¿Qué profesionales sanitarios cree necesarios para un abordaje completo de la oncología pediátrica?
 
R.- Un tratamiento integral en oncología pediátrica no es tarea de un solo profesional, sino que requiere de un equipo multidisciplinar donde diversas especialidades convergen para ofrecer el mejor cuidado posible. Este equipo está normalmente encabezado por el oncólogo pediátrico, que guía el tratamiento médico específico del cáncer.
 
Junto a él, el papel de los profesionales de rehabilitación es crucial para gestionar las consecuencias del cáncer y su tratamiento. Los enfermeros especializados ofrecen cuidados diarios y manejan situaciones complejas y variables de los pacientes. Los psicooncólogos o psicólogos especializados en oncología atienden la salud mental y emocional del niño y su familia, un aspecto fundamental dado el impacto psicológico del diagnóstico y el tratamiento.
 
La nutrición también juega un papel crítico, y la figura del nutricionista se hace esencial para asegurar que las necesidades dietéticas, a menudo alteradas por el tratamiento, se satisfacen para apoyar la recuperación. Además, no podemos olvidar a los trabajadores sociales, que brindan apoyo en la navegación por los desafíos que surgen en el ámbito social y económico, y a los especialistas en educación, que ayudan a mantener la continuidad en el aprendizaje y el desarrollo cognitivo del niño.
 
En ciertos casos, otros especialistas pueden ser necesarios, como logopedas para tratar dificultades del habla o deglución, especialistas en dolor, expertos en terapia ocupacional, y en situaciones específicas, expertos en rehabilitación neurocognitiva. Es dentro de este equipo de especialistas de rehabilitación donde se integraría o debería integrarse la figura del fisioterapeuta especialista en oncología pediátrica.
 
Este abordaje holístico asegura que no solo se trate la enfermedad en sí, sino que el niño como individuo reciba un cuidado completo que abarque sus necesidades físicas, emocionales, sociales y cognitivas, apoyando así no solo la supervivencia en el momento de la enfermedad, sino también en la vida que hay después.
 
P.- ¿La sociedad valora suficientemente la Fisioterapia como disciplina sanitaria?
 
R.- La percepción de la fisioterapia ha evolucionado significativamente a lo largo de los años, pero aún enfrentamos desafíos en cuanto al reconocimiento de su valor integral dentro del sistema de salud y la sociedad en general. Tradicionalmente, muchos han visto la fisioterapia principalmente como un recurso para la recuperación de lesiones deportivas o accidentes, subestimando su alcance en áreas críticas como la oncología, la neurología y la salud mental, entre otras.
 
Existe una necesidad imperante de seguir educando al público y a otros profesionales de la salud sobre el papel crucial que juegan los fisioterapeutas. No somos solo los "rehabilitadores" de lesiones; somos profesionales sanitarios clave en la promoción de la salud, la prevención de enfermedades, el tratamiento y la recuperación. En campos como la oncología pediátrica, por ejemplo, la fisioterapia es esencial para mantener y mejorar la supervivencia y la calidad de vida de los pacientes, ayudándoles a manejar síntomas, mejorar su funcionalidad y apoyar su bienestar antes, durante y después del tratamiento.
 
En el camino hacia el reconocimiento, la investigación y la evidencia científica son nuestros mayores aliados. A medida que proporcionamos más datos que corroboran la eficacia de la fisioterapia en diversas áreas, contribuimos a cimentar nuestra posición. Asimismo, la integración y colaboración multidisciplinaria en los equipos de salud amplían el entendimiento de nuestro rol y fomentan un respeto mutuo entre distintos campos profesionales.
 
Aunque hemos avanzado mucho, hay un camino considerable aún para que la sociedad valora la fisioterapia con la estima que merece. Se trata de un proceso continuo de educación, demostración de competencia y adaptación a las nuevas necesidades sanitarias que surgen. Como fisioterapeutas, nuestra responsabilidad no solo reside en proporcionar cuidados de calidad, sino también en ser embajadores activos de nuestra disciplina.
 
P.- La Fisioterapia en España, ¿Se encuentra al mismo nivel que en resto de países de la Unión Europea?
 
R.- Mi percepción es que, mientras en calidad de atención y en formación podríamos considerar que el nivel es alto en España, hay áreas que se desmarcan de los estándares europeos como son la financiación para la investigación o la integración de servicios de fisioterapia especializada. 
 
En España, nos enfrentamos a una realidad paradójica en la fisioterapia que está afectando tanto a la práctica profesional como a la calidad de vida de los fisioterapeutas. Por un lado, tenemos un sector privado en el que, lamentablemente, los sueldos no reflejan las habilidades, la dedicación y el impacto real de nuestro trabajo. Es alarmante que los convenios actuales no estén en sintonía con las necesidades y exigencias de la vida moderna. Esto no solo se traduce en una insatisfacción profesional, sino que también afecta la motivación y, potencialmente, la calidad del cuidado que se brinda.
 
Con esta disparidad en los ingresos y la falta de seguridad laboral en el sector privado, no es sorprendente, aunque sí preocupante, que muchos fisioterapeutas se inclinen hacia el empleo público. Lo que resulta inquietante es que esta tendencia, a menudo, no está impulsada por la vocación o la preferencia del ámbito de trabajo, sino por la necesidad de estabilidad y garantías que el sector privado no está ofreciendo.
 
Este desplazamiento hacia el sector público también revela otro problema sistémico: una inversión insuficiente en la fisioterapia por parte de las instituciones. No hay suficientes plazas para fisioterapeutas en el sistema público de salud y la inversión en puestos en el sector privado es, en muchos casos, precaria. Esto nos lleva a una saturación del mercado laboral, donde profesionales altamente cualificados a menudo terminan aceptando condiciones que no son proporcionales a su formación y talento.
 
Lo que realmente necesitamos es un replanteamiento del valor de la fisioterapia en la sociedad y el sistema de salud. Esto implica trabajar en la revalorización de la profesión, renegociar convenios que estén acordes con las realidades económicas actuales y fomentar una cultura de inversión y desarrollo tanto en el sector privado como en el público. También es esencial promover la diversificación en la carrera profesional, donde los fisioterapeutas puedan explorar distintas facetas y especializaciones dentro de la profesión, siendo remunerados justamente por su experiencia, formación especializada y contribución.
 
Si bien compartimos un marco educativo similar con otros países de la UE, me despierta envidia observar el enfoque integrado y el énfasis que naciones como el Reino Unido o los Países Bajos colocan en la formación avanzada y la investigación, áreas donde España todavía lucha por mantener el ritmo. La situación se agrava al considerar la especialización y la investigación; nuestros compañeros y compañeras en países como Alemania y Suecia disfrutan de más oportunidades debido a la inversión sustancial en investigación clínica, reflejada en una colección más rica de literatura científica y protocolos innovadores. Aunque hemos hecho progresos en accesibilidad, nos quedamos cortos en comparación con el generoso acceso financiado públicamente en lugares como Francia o los países nórdicos, y enfrentamos desafíos constantes con el intrusismo profesional, un mal común en Europa. Finalmente, nuestra adopción de tecnologías de fisioterapia digital, aunque en desarrollo, no es tan audaz como la de pioneros como Dinamarca, revelando la necesidad de una estrategia nacional más unificada y ambiciosa en este campo. Estas discrepancias no solo alimentan una aspiración hacia lo que podría ser, sino que también subrayan la urgencia de reflexionar internamente sobre cómo podemos cultivar un entorno que no solo admire, sino que emule estos modelos europeos ejemplares.
 
 
P.- ¿Cuál es su postura ante el intrusismo profesional en la Fisioterapia?
 
R.- El intrusismo en la fisioterapia no se limita a un solo campo y es alarmantemente común ver cómo individuos no cualificados, desde masajistas hasta "terapeutas" de diversas disciplinas, practican sin la debida formación, certificación o comprensión de la patología, e incluso de la propia anatomía y fisiología humanas, invadiendo temerariamente nuestras competencias. Esta situación no solo pone en peligro la recuperación y el bienestar de los pacientes, sino que también devalúa nuestra profesión.
 
Lo más frustrante es que esta problemática, en gran parte, está enraizada en la incompetencia institucional y, en algunos casos, en la corrupción que impregna ciertos estratos de nuestro sistema. Un ejemplo flagrante de esto es cuando organismos oficiales, como podría ser el Ministerio de Cultura y Deporte, introducen legislaciones que, absurdamente, van en contra de las competencias legales que reconoce Sanidad a los fisioterapeutas, confundiendo al público y debilitando la práctica profesional legítima.
 
Esta tendencia lamentablemente refleja una cultura más amplia en nuestro país, una en la que, como se dice, "el pueblo sigue las costumbres de sus reyes". En lugar de unirnos para exigir estándares más altos y cuidado basado en evidencia para el bienestar común, nos encontramos atrapados en conflictos, a menudo enfrentándonos entre profesionales de nuestro mismo colectivo. Esta división se aprovecha para justificar decisiones que no tienen en cuenta la salud de los ciudadanos ni el respeto por las profesiones sanitarias.
 
Es crucial que nos posicionemos firmemente contra estas prácticas y exijamos cambios a nivel institucional. Necesitamos una regulación más estricta, una mejor representación en los espacios de toma de decisiones, y campañas de concienciación pública para recalcar la importancia de buscar atención de fisioterapeutas cualificados. Solo entonces podemos esperar redirigir esta tendencia hacia un sistema de salud más seguro y efectivo, donde la prioridad sea el paciente y su salud, no los intereses políticos o económicos.
 
Es importante señalar que no estoy en contra de la colaboración multidisciplinaria; de hecho, del trabajo multidisciplinar es del que he obtenido más conocimiento estos años. Es más, reconozco el valor inmenso de trabajar en conjunto con otros profesionales en el ámbito de la salud y la actividad física. En contextos como el proceso oncológico, podríamos lograr sinergias muy beneficiosas para los pacientes si cada especialista interviene según su competencia y en la fase adecuada. Entrenadores personales, educadores físicos y otros especialistas pueden desempeñar un papel crucial en la reintegración de los pacientes a la actividad física regular y la normalización de su vida diaria, siempre que se respeten los límites de sus funciones profesionales.
 
Además, quiero expresar mi discrepancia con la tendencia actual de "prescribir" ejercicio como si fuera una pastilla, una solución rápida que se aplica de forma general sin considerar las necesidades individuales del paciente. Esta mentalidad no solo simplifica en exceso la complejidad del cuidado que requieren estas personas, sino que también desvía la atención de lo que verdaderamente importa: el proceso de aprender y experimentar los beneficios físicos y emocionales de la actividad física adaptada y personalizada. La rehabilitación y la readaptación van más allá de 'hacer ejercicio'; se trata de restaurar la confianza del paciente en su cuerpo, de redescubrir el movimiento, la capacidad, la ausencia de dolor y de fatiga. Así como fomentar un entorno social y familiar saludable y activo. Solo al entender esto, podremos aprovechar completamente el potencial que la fisioterapia y las disciplinas relacionadas tienen para ofrecer en el camino hacia la recuperación y la salud integral.
 
P.- ¿Cuál cree que es el futuro de la Fisioterapia como profesión sanitaria?
 
R.- El futuro de la fisioterapia, especialmente en el contexto sanitario, es prometedor y se encuentra en un punto de inflexión crucial hacia una mayor especialización y enfoque integral. Un ejemplo inspirador es la iniciativa del DENAKE en Chile, que ha implementado diplomas de capacitación avanzada, asegurando que los fisioterapeutas (kinesiólogos allí) no solo sean técnicos en rehabilitación sino también consultores de salud en la práctica clínica y comunitaria. Estos avances son pasos hacia una atención más inclusiva y multidisciplinaria.
 
En cuanto al futuro que vislumbro en la fisioterapia oncológica, se caracteriza por el establecimiento de unidades especializadas que sirvan como nexo entre el hospital y la vida diaria del paciente. Estas unidades, compuestas por equipos multidisciplinares, facilitarían una transición adecuada para cada individuo, ayudándoles a reintegrarse en sus actividades cotidianas y recuperar el sentido y la plenitud de sus vidas tras enfrentarse a desafíos de salud significativos.
 
Asimismo, albergo la aspiración de fundar un centro de rehabilitación oncológica integral para niños y adolescentes. Un lugar que no solo sea un referente en la recuperación física, sino que también se ocupe de las necesidades emocionales, sociales y cognitivas de los jóvenes pacientes y sus familias. Mi visión toma como referencia innovaciones como el Pediatric Cancer Center de Barcelona, que ha revolucionado la atención centrada en el paciente, enfocándose en la experiencia del individuo más allá de su enfermedad, y haciendo hincapié en la calidad de la atención y del ambiente del centro durante y después del tratamiento.
 
Este enfoque integral y humanizado no solo optimiza los resultados de la rehabilitación sino que también fortalece el tejido social y emocional que sostiene a los pacientes y sus familias durante los momentos más complicados. Es un llamado a reinventar nuestra práctica, poniendo a la persona, y no solo a su condición física, en el centro del proceso terapéutico.
 
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